viernes, 17 de julio de 2009

Diana, hija y biografa del músico argentino Astor Piazzolla

Diana, hija y biógrafa del músico argentino Astor Piazzolla

Diana Piazzola, que falleció el pasado 3 de julio en Buenos Aires, tenía 65 años, una vida agitada, separaciones, desgracias familiares, desencuentros con su famoso padre y el exilio en México por la lucha contra la dictadura.

Había nacido en esa misma ciudad en 1943. Astor Piazzolla conoció allí a Dedé Wolff, en casa del violinista Hugo Baralis. Ocurrió en septiembre de 1940, cuando Astor todavía no se había acostumbrado a la vida de la noche porteña y añoraba Mar del Plata y Nueva York, cunas de su infancia y adolescencia. Se casaron dos años más tarde y de ese matrimonio nacieron Diana y Daniel.

La mayor destacaría por sus trabajos literarios. En 1963 escribió Réquiem para un malandra, que grabó el quinteto de Astor con música de éste en Tango para una Ciudad. Era la época en que él apoyaba la onda moderna y comprometida de Diana, aunque luego tendrían grandes cortocircuitos cuando ella decidió militar sindicalmente. La echaron de la empresa YPF durante el Gobierno de Isabelita Perón y eso la convenció de que debía jugársela políticamente en el peronismo de base.

Cuando allanaron su casa y detuvieron a su esposo, dirigente gráfico, se refugió en México, donde vivió 10 años y escribió Veinte cuentos del exilio. Allí pasaría verdaderas penurias económicas.

Ruptura con su padre
Colaborando en el diario Excelsior, se enteró de que su padre había concurrido a un almuerzo con el dictador Videla y ello le produjo un profundo dolor. Su literatura se hizo profunda, oscura, y juró no volver a ver a su padre, que se enteró de ello y fue a visitarla a México, llorando. En el reencuentro, Diana decidió escribir la vida de su progenitor. La novela, Astor, en la que trabajó 10 años, la editó Emecé en 1986. Reeditada en 2000 y traducida al francés, obtuvo el Premio Coup de Coeur de literatura musical.

La obra refleja las contradicciones de su padre y su propia vida. La infancia de Astor Piazzolla en Nueva York, su amor por el jazz y la armónica, o su frustración en la escuela primaria de Mar del Plata donde le ataban la mano izquierda para que escribiera con la derecha. También relata el segundo viaje del futuro astro del bandoneón a EE UU, sus andanzas con niños futuros gánsteres, las peleas con Jack La Motta, que se coronaría campeón mundial de boxeo, o sus escapadas a los tugurios de Harlem para escuchar a Cab Calloway y visitar los lugares prohibidos de la calle 42.

Astor murió en 1990 y el segundo marido de Diana se suicidó en 1993. Ella tuvo que soportar además el dolor de haber perdido a sus dos hijos mayores, con los que se había quedado su primer marido. Todo ello se revela en su última producción, 35 mudanzas.

Obsesiones de un genio
“Mi viejo era muy exigente –dice Diana–. Si no escribías como Shakespeare, te mataba. Te decía que eras un desastre o te aprobaba. Y nosotros vivíamos en ese clima, que a mí no me afectó tanto como a mi hermano músico. Era un obsesivo total, pero teníamos una buena relación cultural”.
–¿Afectiva no?
–No podíamos tener una buena relación afectiva. Cuando me divorcié por primera vez, me reclamó varias veces “cómo una mujer va a dejar a sus hijos” y yo le repliqué ¿y qué hiciste vos?, “vos también te fuiste de casa”. Discutíamos mucho, pero bien. Era jodido, porque en plena discusión se ponía a pensar en su música.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Tango





El tango es, en primer lugar, un género musical esencialmente bailable y, como tal, tiene un ritmo y una estructura que lo distingue de otros géneros musicales.
Como toda música nueva, recibió las influencias propias del contexto social y cultural de fines del siglo diecinueve, que acompañó parte de su evolución.
Luego, esas influencias irán quedando en el camino y aparecerán otras músicas, que competirán en el gusto de la gente, pero que ya no aportaran para su conformación definitiva, que se produjo entre los años 1890 y 1920.
El marco social donde surge el tango primitivo, muy difícil de distinguir como tal en cuanto a ritmo y estructura, es la Buenos Aires de 1880, que tenía una población de 210.000 habitantes y una importante e incipiente inmigración europea. En 1910, por este fenómeno, la ciudad crece a 1.200.000 habitantes y el tango adquiere su modo reconocible. Este proceso social tan particular, no debe dejarse a un lado en el análisis.
Estamos en presencia de una resultante testimonial, sólo posible de comprender a partir de una visión integral de nuestra historia y de nuestra cultura.

Esa increíble fusión cultural de tan diversas sangres con nuestra vena española y nativa, hicieron el milagro de expresarse en una comunión musical y espiritual. Es una síntesis sin antecedentes, que hace del tango un género universal e incomparable, donde se distingue el aporte del componente italiano que llegó en gran cantidad.
Buenos Aires del '800 era una gran aldea, donde había academias y teatros, únicos lugares donde se podía bailar o ver bailar mientras se actuaba. Las academias, también llamadas "pirigundines", contaban con mujeres contratadas y eran sitios que requerían una autorización de la autoridad para funcionar. Se encontraban en el suburbio y en zonas alejadas del centro de la ciudad.
En ellos el tango convivía con otros ritmos como la habanera, la polca, el corrido, el vals, el schotis y otros ritmos diversos. Es allí donde nace y se va desarrollando con el impulso propio que tienen los géneros populares, en una ciudad que crecía permanentemente.
Era común que en toda comedia, zarzuela u otra obra del género chico, los actores cantaran y bailaran. Ya antes de terminar el siglo, el tango figuraba en esos espectáculos.
Los organitos callejeros lo difundieron por los barrios y era muy común ver bailarlo en las calles, muchas veces entre hombres. En esos años las mujeres escaseaban, la mayoría de los inmigrantes venían sin pareja a probar suerte. El contacto con el sexo opuesto era en las academias o en las casas de citas.

Es muy común leer y escuchar que el tango tiene un origen prostibulario. Nada más absurdo e incorrecto. Primero, en los lupanares no había músicos. Sólo en algunos lugares de provincia había locales que, con la apariencia de lugares de baile, brindaban el doble servicio y allí no sólo se tocaban tangos, también polcas, milongas, cifras, valses y todo ritmo que animara el ambiente. En Buenos Aires la locación era muy cara, mucha la demanda, por lo que no se justificaba la perdida de plata y tiempo.
La confusión obedece a varios motivos. Algunas casas de baile o academias no todas tenían buena reputación y la concurrencia era variada y muchas veces "non sancta". Acudían compadritos y chicas de vida fácil. Pero esto no convierte a esos lugares en prostíbulos ni nada que se le parezca. Además, allí no sólo se bailaban tangos.
Por otra parte, había academias prestigiosas donde acudía gente socialmente más elevada y donde también el tango reinaba entre las danzas.
Los que repiten esta versión se basan en los títulos procaces y de doble sentido que tenían algunos tangos primitivos. Otro error. Esos mismos títulos antes los habían tenido polcas y corridos y las letras, cuando las tenían, se iban repitiendo, pasando de un ritmo a otro.
Otra inexactitud constantemente difundida, es la que habla del tango prohibido, del tango rechazado por las capas altas de la sociedad.
En los años 1902 y en los sucesivos, el Teatro Opera organizó bailes con tangos. Este no era un lugar donde precisamente asistieran los trabajadores o la gente del arrabal.
Además, con el avance tecnológico apareció la industria discográfica y con ella el desarrollo de toda la música y en especial del tango.
Un disco valía entre dos pesos con cincuenta centavos y cinco pesos. El gramófono entre 150 y 300 pesos. Las partituras entre un peso y tres pesos.
¿Quiénes eran los posibles consumidores? Sin duda la gente pudiente, que además del aparato que reproducía el disco, tenía piano en su casa para poder ejecutar las partituras. El salario de un vigilante de ese tiempo era de sesenta pesos.
Entre 1903 y 1910, se editan más de un millar de discos -350 eran de tango- e incontables partituras. En la década posterior la producción ascendió a 5.500 discos, 2.500 de tango. ¿Los sellos editaban discos para no venderlos? ¿Podían los pobres comprar un gramófono? ¿Quién compraba los discos? ¿Quién las partituras?
Esta teoría absurda tiene como broche de oro que el tango fue revindicado por la sociedad porteña, luego de su éxito en Europa. Un nuevo error.
El desarrollo del tango en Europa comienza avanzada la segunda década del siglo, más precisamente, después de 1912 y alcanza su auge mucho tiempo después del que estamos hablando.
Finalmente, la promocionada prohibición de la Iglesia que fuera levantada gracias a una exhibición en el propio palacio del Vaticano ante el Papa.
No existe ninguna prueba documentada al respecto en ningún registro de la Iglesia. Ni tampoco testimonios de la época.
El porque de tantos dislates hay que buscarlo en la falta de una investigación seria sobre los orígenes del tango. La mayoría de los escritores no trabajó en este sentido y dio por ciertas las definiciones de Luis y Héctor Bates que, si bien tuvieron el mérito de ser los primeros que escribieron sobre el tango, fueron los padres de tantas inexactitudes.
El libro fundamental, que brinda una información certera y fehaciente y que emplea un sistema científico sobre este tema, se titula "El tango en la sociedad porteña. 1880-1920", escrito por Hugo Lamas con la colaboración de Enrique Binda y editado por Héctor Lucci. Estos autores atribuyen a prejuicios y cuestiones ideológicas de los Bates, y otros escritores que los sucedieron, la generalización de estas falacias sobre el tango.
En conclusión: el tango es la comunión de la cultura española y criolla con la inmigrante europea, con fuerte influjo italiano. La milonga, la habanera y schotis por un lado, y la música lírica y la canzoneta, por el otro, influyen en su génesis.
Tuvo su nacimiento en los suburbios, en el arrabal, en los barrios más alejados del centro y lindantes con el campo. Se instala y desarrolla en los lugares de baile denominados academias. Los organitos lo difunden por los barrios y los teatros lo incluyen en sus obras. Convive con otras danzas pero poco a poco se destaca y conquista al centro de la ciudad.
Fue aceptado, en mayor o menor medida, por todos los sectores sociales y se impone en Europa primero, y después en Estados Unidos y el resto de América

domingo, 25 de noviembre de 2007

viernes, 19 de octubre de 2007

Que es la aceptacion?



Una manera de llegar al significado de la aceptación es meditar sobre este principio dentro de este concepto de la muy utilizada oración “Dios concédeme serenidad para aceptar las cosas lo que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que si puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

Esto es esencialmente pedir el recurso de la gracia por medio del cual podremos progresar espiritualmente sean cuales fueran las circunstancias. Lo que se encuentra destacado es de tener la clase de sabiduría para distinguir lo que puede ser posible o imposible.

A veces tenemos que encontrar el tipo de aceptación para cada día , a veces tenemos que desarrollar aceptación para lo que pueda ocurrir mañana, y otras veces tendremos que desarrollar la aceptación para cosas que no cambien nunca.

Por otro lado tiene que existir la apropiada y realista aceptación de nuestros lamentables defectos de carácter y de las graves fallas de las demás personas.

Todos nosotros cometemos errores, algunos remediables y otros no, a menudo nos encontramos con fracasos , a veces por accidente , a veces provocados por nosotros mismos y a veces provocados por la injusticia y la violencia de otra gente.
La mayoría de nosotros llegaremos a alcanzar algún grado de éxito material en el mundo, y en cuanto a esto , el problema del tipo apropiado de aceptación será verdaderamente difícil. Luego se presentaran la enfermedad y la muerte, como podremos aceptar todas estas cosas?………
Siempre vale considerar lo mucho que se puede tergiversar esa buena palabra “aceptación”. Se puede desvirtuar para justificar casi cualquier tipo de debilidad, tontería e insensatez. Por ejemplo: Podremos, “aceptar”, el fracaso como una condición crónica , sin provecho ni remedio para siempre. Podemos “aceptar” el éxito material , como algo que se debe enteramente a nosotros mismos. También podemos “aceptar” la enfermedad y la muerte como evidencia cierta de un Universo hostil y sin Dios. Nosotros los seres humanos tenemos una vasta experiencia con todas estas tergiversaciones de la aceptación. Por lo tanto tratamos constantemente de recordarnos a nosotros mismos que estas adulteraciones de la aceptación sólo son trucos para fabricar excusas: Un juego perdido de antemano en el que somos , o al menos hemos sido, los campeones del mundo.

Por eso valoramos tanto nuestra oración de la serenidad , Nos aporta una nueva luz que puede disipar nuestra antigua y casi mortal costumbre de engañarnos a nosotros mismos.
En el resplandor de esta oración vemos que la derrota, si se acepta de la forma apropiada, no tiene que ser un desastre.
Ahora sabemos que no tenemos que huir, ni debemos de nuevo tratar de superar la adversidad por medio de otra ofensiva precipitada que solo nos creará obstáculos mas rápidamente de lo que podamos derribarlos.

Por lo tanto nuestro primer problema es aceptar nuestras actuales circunstancias tales como son, a nosotros mismos tales como somos y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es adoptar una humildad realista, sin la cual no se puede ni tan solo comenzar a hacer auténticos progresos. Una y otra vez tendremos que retomar a aquel punto de partida tan poco halagador. Esto es un ejercicio de aceptación que podemos practicar provechosamente cada día de nuestras vidas. Estos reconocimientos realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos por todos los medios convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía o el derrotismo, pueden ser la base segura sobre la que se puede construir un mejor bienestar emocional y, por lo tanto , un más amplio progreso espiritual. Al menos esta parece ser mi propia experiencia.

Cuando las cosas se ponen muy duras, la aceptación agradecida de mis bendiciones, repetida frecuentemente, también puede traerme algo de la serenidad de la que habla nuestra oración. Cada vez que me encuentro sometido a graves tensiones , alargo mis paseos diarios y voy recitando calmadamente nuestra oración de la serenidad al ritmo de mis pasos y de mi respiración. Si me parece que mi dolor ha sido ocasionado en parte por otros , trato de repetir Dios concédeme la serenidad para amar lo mejor de ellos y nunca temer lo peor”. Este benigno proceso curativo de repetición, en el que a veces es necesario persistir por algunos días, raras veces ha fallado en devolverme un equilibrio emocional y una perspectiva suficientes por lo menos para seguir.

El dolor es sin duda uno de nuestros mejores maestros aunque todavía me resulta aceptar las penas e inquietudes de hoy con mucha serenidad ---- como, según parece, los mas avanzados en la vida espiritual pueden hacer------
Puedo no obstante dar gracias por los dolores del presente. Encuentro la voluntad para hacer esto al contemplar las lecciones aprendidas de los sufrimientos del pasado---- lecciones que me han llevado a las bendiciones de las que ahora disfruto. Puedo recordar cómo las angustias, la pena de la rebeldía y del orgullo frustrado a menudo me han conducido a la Gracia de Dios y así a una nueva libertad. Así que, mientras voy caminando, sigo repitiendo frases como éstas, “La pena es la piedra del toque del progreso”……
“No temas a ningún mal”…..”Esto también pasará”…… “Esta experiencia se puede convertir en un beneficio”.

Estos fragmentos de la oración me traen mas que el mero consuelo. Me mantienen en la senda de la debida aceptación; disuelven mis temas obsesivos de culpabilidad , depresión , rebeldía y soberbia; y a veces me infunden el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para reconocer la diferencia..