viernes, 19 de octubre de 2007

Que es la aceptacion?



Una manera de llegar al significado de la aceptación es meditar sobre este principio dentro de este concepto de la muy utilizada oración “Dios concédeme serenidad para aceptar las cosas lo que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que si puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia”.

Esto es esencialmente pedir el recurso de la gracia por medio del cual podremos progresar espiritualmente sean cuales fueran las circunstancias. Lo que se encuentra destacado es de tener la clase de sabiduría para distinguir lo que puede ser posible o imposible.

A veces tenemos que encontrar el tipo de aceptación para cada día , a veces tenemos que desarrollar aceptación para lo que pueda ocurrir mañana, y otras veces tendremos que desarrollar la aceptación para cosas que no cambien nunca.

Por otro lado tiene que existir la apropiada y realista aceptación de nuestros lamentables defectos de carácter y de las graves fallas de las demás personas.

Todos nosotros cometemos errores, algunos remediables y otros no, a menudo nos encontramos con fracasos , a veces por accidente , a veces provocados por nosotros mismos y a veces provocados por la injusticia y la violencia de otra gente.
La mayoría de nosotros llegaremos a alcanzar algún grado de éxito material en el mundo, y en cuanto a esto , el problema del tipo apropiado de aceptación será verdaderamente difícil. Luego se presentaran la enfermedad y la muerte, como podremos aceptar todas estas cosas?………
Siempre vale considerar lo mucho que se puede tergiversar esa buena palabra “aceptación”. Se puede desvirtuar para justificar casi cualquier tipo de debilidad, tontería e insensatez. Por ejemplo: Podremos, “aceptar”, el fracaso como una condición crónica , sin provecho ni remedio para siempre. Podemos “aceptar” el éxito material , como algo que se debe enteramente a nosotros mismos. También podemos “aceptar” la enfermedad y la muerte como evidencia cierta de un Universo hostil y sin Dios. Nosotros los seres humanos tenemos una vasta experiencia con todas estas tergiversaciones de la aceptación. Por lo tanto tratamos constantemente de recordarnos a nosotros mismos que estas adulteraciones de la aceptación sólo son trucos para fabricar excusas: Un juego perdido de antemano en el que somos , o al menos hemos sido, los campeones del mundo.

Por eso valoramos tanto nuestra oración de la serenidad , Nos aporta una nueva luz que puede disipar nuestra antigua y casi mortal costumbre de engañarnos a nosotros mismos.
En el resplandor de esta oración vemos que la derrota, si se acepta de la forma apropiada, no tiene que ser un desastre.
Ahora sabemos que no tenemos que huir, ni debemos de nuevo tratar de superar la adversidad por medio de otra ofensiva precipitada que solo nos creará obstáculos mas rápidamente de lo que podamos derribarlos.

Por lo tanto nuestro primer problema es aceptar nuestras actuales circunstancias tales como son, a nosotros mismos tales como somos y a la gente alrededor nuestro tal como es. Esto es adoptar una humildad realista, sin la cual no se puede ni tan solo comenzar a hacer auténticos progresos. Una y otra vez tendremos que retomar a aquel punto de partida tan poco halagador. Esto es un ejercicio de aceptación que podemos practicar provechosamente cada día de nuestras vidas. Estos reconocimientos realistas de los hechos de la vida, siempre que evitemos por todos los medios convertirlos en pretextos poco realistas para la apatía o el derrotismo, pueden ser la base segura sobre la que se puede construir un mejor bienestar emocional y, por lo tanto , un más amplio progreso espiritual. Al menos esta parece ser mi propia experiencia.

Cuando las cosas se ponen muy duras, la aceptación agradecida de mis bendiciones, repetida frecuentemente, también puede traerme algo de la serenidad de la que habla nuestra oración. Cada vez que me encuentro sometido a graves tensiones , alargo mis paseos diarios y voy recitando calmadamente nuestra oración de la serenidad al ritmo de mis pasos y de mi respiración. Si me parece que mi dolor ha sido ocasionado en parte por otros , trato de repetir Dios concédeme la serenidad para amar lo mejor de ellos y nunca temer lo peor”. Este benigno proceso curativo de repetición, en el que a veces es necesario persistir por algunos días, raras veces ha fallado en devolverme un equilibrio emocional y una perspectiva suficientes por lo menos para seguir.

El dolor es sin duda uno de nuestros mejores maestros aunque todavía me resulta aceptar las penas e inquietudes de hoy con mucha serenidad ---- como, según parece, los mas avanzados en la vida espiritual pueden hacer------
Puedo no obstante dar gracias por los dolores del presente. Encuentro la voluntad para hacer esto al contemplar las lecciones aprendidas de los sufrimientos del pasado---- lecciones que me han llevado a las bendiciones de las que ahora disfruto. Puedo recordar cómo las angustias, la pena de la rebeldía y del orgullo frustrado a menudo me han conducido a la Gracia de Dios y así a una nueva libertad. Así que, mientras voy caminando, sigo repitiendo frases como éstas, “La pena es la piedra del toque del progreso”……
“No temas a ningún mal”…..”Esto también pasará”…… “Esta experiencia se puede convertir en un beneficio”.

Estos fragmentos de la oración me traen mas que el mero consuelo. Me mantienen en la senda de la debida aceptación; disuelven mis temas obsesivos de culpabilidad , depresión , rebeldía y soberbia; y a veces me infunden el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para reconocer la diferencia..